Fuí a la escuela, pero no recuerdo cómo es la fórmula del trinomio cuadrado perfecto.
Fuí a la escuela, pero no recuerdo la diferencia entre mitosis y meiosis.
Fuí a la escuela, pero no recuerdo en qué año fue la batalla de Waterloo, ni cuál es el nombre del comandante de las tropas que vencieron a Napoleón.
Fuí a la escuela, pero aún me cuesta recordar si la capital de Canadá es Toronto, Ottawa u Ontario.
Fuí a la escuela y sí recuerdo la cantidad de horas, días, semanas, meses y años que he tenido que "estudiar" contenido sin sentido que de nada me ha servido en mi vida adulta.
Y hoy, donde la información y el conocimiento abunda en todas partes, aún se sigue enseñando de esta forma. Aún realizamos los mismos ejercicios, aún se enseña con un programa basado en materias y aún se toman exámenes que nada nos dice de las capacidades de cada alumno.
Lo que debemos tener en cuenta, además, es que incluso la era de la información ya es algo del pasado.
Ya no necesitamos memorizar datos, ni tampoco manejarlos, porque para eso existen los programas y los sistemas informáticos. Lo podremos hacer si lo deseáramos, o si nos quisiéramos especializar en esta disciplina, pero no es un impedimento para avanzar en otros procesos.
Lo que debemos priorizar, por encima de absolutamente todo, son las habilidades que son únicas e irreproducibles de los seres humanos. Entre ellas, la creatividad, la capacidad de asociar ideas de manera novedosa y la capacidad de generar nuevo conocimiento.
Si no me crees, pídele a una inteligencia artificial como ChatGPT que describa la batalla de Waterloo, y proveerá en microsegundos todos los detalles que quieras, a velocidades que un ser humano jamás podrá lograr. Pero por otro lado, pídele que describa las similitudes entre un coco y un martillo y verás cómo provee respuestas realmente pésimas.
Una inteligencia artificial puede procesar millones de datos por segundo, pero lo que no puede hacer, o que al menos aún se le dificulta en gran medida, es asociar datos de manera novedosa y crear nueva información.
Por eso, la educación no consiste en enseñar a repetir datos que ya existen y mucho menos memorizarlos, ni aprender materias que podemos consultar en cualquier otro medio, sino que consiste en desarrollar aquellas habilidades que realmente nos hacen únicos.
Es por este motivo que entidades como UNESCO y OCDE han confirmado que la escuela ha quedado obsoleta al seguir propagando el modelo de la enseñanza de contenidos, mientras que ésto ya no es útil en el mundo actual. Para la verdadera educación, la transformación debe ser completa, despojándonos no solo de lo que hemos conocido hasta ahora, sino también comprender que el verdadero conocimiento es saber cómo crear conocimiento y no repetir conocimiento creado por otros.