La educación se encuentra en crisis en todo el mundo. Esta afirmación que en décadas anteriores era una mera suposición, es ahora un hecho confirmado.
La crisis de la educación es un problema mundial que afecta a millones de estudiantes, docentes y familias. En el centro de esta crisis se encuentra el hecho de que las escuelas siguen funcionando con un modelo de educación obsoleto que fue diseñado para la era industrial.
El modelo industrial de educación se desarrolló en el siglo XIX para preparar a los estudiantes para las exigencias de las tareas en las fábricas de la incipiente era industrial. Se basaba en la idea de que los estudiantes debían ser entrenados para seguir instrucciones y completar tareas de manera eficiente y eficaz. Se centraba en la memorización y la repetición, más que en el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Este modelo, sin embargo, ya no es eficaz ni pertinente en el siglo XXI. El mundo ha cambiado drásticamente desde la era industrial, y las habilidades que los estudiantes necesitan para desenvolverse en el mundo actual son muy diferentes a las que se necesitaban en el pasado.
El modelo educativo tradicional se basa además en un enfoque estandarizado que no tiene en cuenta las necesidades y capacidades únicas de cada alumno. También es inflexible y no permite la innovación ni la creatividad. Como resultado, muchos estudiantes no encuentran retos en su aprendizaje ni se involucran activamente en el proceso educativo. En las escuelas, a los estudiantes se les exige aprobar exámenes y obtener buenas notas, pero esto no los prepara para los desafíos del mundo moderno.
Esta crisis de la educación en los últimos años ha llegado a tal nivel que UNESCO ha confirmado que las escuelas no han logrado los objetivos establecidos, particularmente en el contexto mundial que vivimos actualmente.
En la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) denominada “Los futuros de la educación”, alertan sobre la necesidad urgente de reformular a la educación y generar un nuevo contrato social, admitiendo que los esfuerzos realizados hasta el momento en el ámbito de la educación no han producido los resultados esperados. En su informe, UNESCO establece que “ciertos enfoques de la educación se han agotado”. Las escuelas no solo no han cumplido con el objetivo de educar, sino que tampoco han logrado la igualdad de oportunidades educativas para todos que se habían propuesto. En consecuencia, esta situación no permitirá que se puedan abordar los nuevos retos de este siglo.
UNESCO afirma además que ya no serán suficientes algunos cambios, sino que se debe realizar una reformulación completa para poder “garantizar relaciones sostenibles con los demás, con la naturaleza y con la tecnología”. En definitiva, luego de dos siglos del modelo de educación que sigue vigente en las aulas de todo el mundo, UNESCO confirma que no se puede seguir haciendo más de lo mismo si queremos abordar las disrupciones ecológicas y tecnológicas que se producen en la actualidad.
Mientras tanto, miles de familias están optando por modos de educación alternativos que prioricen las necesidades de cada niño y niña para recuperar de esa forma la alegría por el aprendizaje.
La transformación del modelo educativo nunca ha sido tan urgente como ahora, porque el futuro de nuestros hijos está en riesgo.